LA NUEVA CULTURA DEL
APRENDIZAJE
ÍNDICE:
1.
DEL APRENDIZAJE DE LA CULTURA A LA
CULTURA DEL APRENDIZAJE
2.
UNA BREVE HISTORIA CULTURAL DEL
APRENDIZAJE
3.
HACIA UNA NUEVA ULTURA DEL
APRENDIZAJE: LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO
3.1.
LA SOCIEDAD DEL APRENDIZAJE
3.2.
LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
3.3.
LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
(DESCENTRADO)
1.DEL APRENDIZAJE DE LA CULTURA A LA CULTURA DEL APRENDIZAJE
Si queremos
comprender las dificultades que plantean las actividades del aprendizaje
debemos comenzar por situar esas actividades en el contexto social en que se
generan.
Tal vez, el
aparente “deterioro del aprendizaje” esté muy ligado a la cada vez más exigente
demanda de nuevos conocimientos, saberes y destrezas que plantea a sus
ciudadanos una sociedad con ritmos de cambio muy acelerados, que exige
continuamente nuevos aprendizajes y que, al disponer de múltiples saberes
alternativos en cualquier dominio, requiere de los aprendices, y de los
maestros, una integración y relativización de conocimientos que va más allá de
la más simple y tradicional reproducción de los mismos.
Para
comprender mejor la relevancia social del aprendizaje podemos comparar el
aprendizaje humano con el de otras especies. Baddeley señala que las distintas
especies que habitan en nuestro planeta disponen de dos mecanismos
complementarios para resolver el problema de adaptarse a su entorno:
1)
Programación genética. Paquetes especializados de respuestas
ante estímulos y ambientes determinados. Mecanismo muy eficaz, ya que permite
desencadenar pautas conductuales muy complejas, sin apenas experiencia previa y
con un alto valor de supervivencia, pero que genera respuestas muy rígidas,
incapaces de adaptarse a condiciones nuevas.
2)
Aprendizaje. Posibilita la modificación de pautas
conductuales ante los cambios que se producen en el ambiente. Es más flexible y
por tanto más eficaz a largo plazo. Característico de las especies superiores,
que deben enfrentarse a ambientes más complejos y cambiantes. Es esencial que
se haya proporcionado a los primates superiores un período de inmadurez más
prolongado, al que en la especie humana se añade la invención cultural de la
infancia y la adolescencia como períodos en los que, a través primero del juego
y luego de la instrucción explícita, acumular sin excesivos riesgos la práctica
necesaria para consolidar esos aprendizajes mediante los que los niños se
convierten en personas.
La
capacidad de aprendizaje, junto con el lenguaje, pero también el humor, la ironía
y algunas otras virtudes que adornan nuestra conducta, constituyen el núcleo
básico del acervo humano. Estas capacidades cognitivas son imprescindibles para
que podamos adaptarnos razonablemente a nuestro entorno inmediato, que es la
cultura de nuestra sociedad. Nuestros
procesos de aprendizaje, la forma en que aprendemos, no son sólo producto de
una preparación genética, sino también, en un círculo agradablemente vicioso de
nuestra capacidad de aprendizaje. Gracias al aprendizaje incorporamos la cultura,
que a su vez trae incorporadas nuevas formas de aprendizaje.
Las
actividades de aprendizaje deben entenderse en el contexto de las demandas
sociales que las generan. No es sólo que en distintas culturas se aprendan
cosas distintas, es que las formas o procesos de aprendizaje culturalmente
relevantes también varían. La relación entre el aprendiz y los materiales de
aprendizaje está mediada por ciertas funciones o procesos de aprendizaje, que
se derivan de la organización social de esas actividades y de las metas
impuestas por los instructores o maestros.
Demandas de
aprendizaje relativamente nuevas han suplantado a viejos contenidos que antes
eran rigurosamente necesarios y que ahora parecen obsoletos y condenados al
olvido cultural. La tecnología ha desplazado al desván de los recuerdos muchos
hábitos y rutinas que formaban parte del paisaje cultural de nuestros mayores o
incluso de un pasado muy reciente. No sólo cambia culturalmente lo que se
aprende sino también la forma en que se aprende. Forma y contenido son en el aprendizaje
dos espejos uno frente a otro. Si lo que ha de aprenderse evoluciona, y nadie
duda de que evoluciona y cada vez a más velocidad, la forma en que ha de
aprenderse y enseñarse también debería evolucionar, y esto quizá no suele asumirse
con la misma facilidad, con lo que el espejo refleja una imagen extraña,
fantasmal, un tanto deteriorada, del aprendizaje.
2.UNA BREVE HISTORIA CULTURAL DEL APRENDIZAJE
El
aprendizaje como actividad socialmente organizada es más reciente. Los primeros
vestigios de este tipo de actividades tuvieron lugar hace unos 5.000 años, en
torno al 3.000 aC. La aparición de las primeras culturas urbanas, tras los
asentamientos neolíticos en el delta del Tigris y el Éufrates (cerca del actual
Irak), genera nuevas formas de organización social que requieren un registro
detallado. Nace así el primer sistema de escritura conocido, que sirve
inicialmente para reflejar en tabillas de cera las cuentas y transacciones
agrícolas, la forma de vida de aquella sociedad, pero que se extiende luego a
otros muchos usos sociales. Con la escritura nace también la necesidad de
formar escribas. Se crean las “casas de las tablillas”, las primeras escuelas
de las que hay registro. Estas escuelas empleaban un aprendizaje memorístico,
repetitivo. Los aprendices dedicaban varios años al dominio de ese código, bajo
una severa disciplina. La función del aprendizaje era meramente reproductiva,
se trataba de que los aprendices fueran el eco de un producto cultural
sumamente relevante y costoso, que permitiría con el transcurrir del tiempo un
avance considerable en la organización social.
La
escritura comenzó a ser “la memoria de la humanidad” y pasó a constituir el
objetivo fundamental del aprendizaje formal. Cuando su instrucción se extiende
más allá del reducido grupo de aprendices de escribas, la enseñanza de la
lectura y la escritura no sirve a su vez sino para acceder a nueva información
que debe ser memorizada. Así, en la Atenas de Pericles, la enseñanza de la
gramática seguía los mismos modelos de instrucción.
La
escritura en vez de liberar a la humanidad de la esclavitud de la memoria,
sirvió para sobrecargarla aún más, ya que el carácter perecedero de la información
escrita obligaba a aprenderla literalmente. Así, se hacía necesario generar
sistemas que aumentaran la eficacia de la memoria literal, del aprendizaje
reproductivo.
Es en la
Grecia antigua donde nace el arte de la mnemotecnia. Algunos de los trucos
mnemotécnicos más usuales se atribuyen a Simónides de Ceos. Técnicas como la de
los lugares (asociar cada elemento de información a un lugar conocido) o la
formación de imágenes mentales (formar una imagen con dos o más elementos de
información) siguen siendo utilizadas hoy en día.
En la
Grecia y la Roma clásicas, además de este modelo están presentes otros
contextos de formación que se basan en culturas de aprendizaje diferentes. En
Roma existían escuelas de educación superior, incipientes universidades, cuya
función era formar elites pensantes y cuyos modelos de aprendizaje diferían del
simple repaso y repetición. En la Academia de Platón se recurría al método
socrático, basado en los diálogos y dirigido más a la persuasión que a la mera
repetición de lo aprendido. Se trataba de “comunidades de aprendizaje”,
reducidas y dirigidas a la búsqueda de una verdad absoluta. Otra comunidad de
aprendizaje bien diferente la constituían ya entonces los gremios y oficios. La
formación de artesanos seguía un proceso de aprendizaje lento, cuya función
primordial era que el maestro traspasara al aprendiz las técnicas que él mismo
había aprendido. La tarea principal del aprendiz era imitar o replicar el
modelo que le proporcionaba el maestro. La frontera entre el artesano y el
artista era muy difusa y se requería con frecuencia generar soluciones nuevas.
La Edad
Media es una época oscura. La apropiación de todas las formas del saber por
parte de la Iglesia hace que el aprendizaje de la lectura y la escritura
reduzca aún más su foco, limitándose a aquellas obras legitimadas por la
autoridad eclesiástica. Hay un único conocimiento verdadero que debe ser
aprendido. El ejercicio de la memorización y el uso de reglas mnemoténicas
pasan de ser una habilidad a concebirse como una virtud que debe cultivarse.
Los cambios
más notables en la cultura del aprendizaje se deben a una nueva revolución en
la tecnología de la escritura. La invención de la imprenta, ligada a la cultura
del Renacimiento, permitirá una mayor divulgación y generalización del
conocimiento sino también un más fácil acceso y conservación del mismo,
liberando a la memoria de la pesada carga de conservar todo ese conocimiento.
En el siglo
XVII Descartes llegará a considerar un disparate los tratados sobre
mnemotecnias, porque sólo sirven para recordar listas de palabras sin relación
entre sí, y de esa forma jamás se llegará a aprender el nuevo saber
proporcionado por las ciencias.
La alfabetización
creciente de la población permitió diferenciar entre lo que se dice en los
textos, lo que se escribe, y lo que el lector entiende, lo que agrega en su
interpretación, distinción sin la cual la ciencia moderna no hubiera sido
posible. A medida que se difunde, el conocimiento pierde su fuente de
autoridad. La relación entre cultura impresa y secularización del conocimiento
es muy estrecha y tiene poderosas consecuencias para la cultura del
aprendizaje. A este fenómeno Mauro Ceturi denomina “descentración del
conocimiento”. Este proceso se completa con una relativización progresiva de
nuestros modos de pensar, que del Renacimiento hasta hoy no sólo se
multiplican, sino que también se dividen.
Con la
ciencia probabilística del siglo XX debemos aprender a convivir con saberes
relativos, parciales, fragmentados de conocimiento, que sustituyen a las
verdades absolutas de antaño. Este proceso no sólo afecta poderosamente a los
modos de hacer conocimiento sino también a los modos de apropiarse de él.
3.HACIA UNA NUEVA ULTURA DEL
APRENDIZAJE: LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO
La nueva cultura del aprendizaje, propia de las modernas
sociedades industriales se define por una educación generalizada y una
formación permanente y masiva, por una saturación informativa producida por los
nuevos sistemas de producción, comunicación y conservación de la información, y
por un conocimiento descentralizado y diversificado. Esta sociedad del
aprendizaje continuado genera unas demandas de aprendizaje que no pueden
compararse con las de otras épocas pasadas, tanto en calidad como en cantidad. Tanto
es así llegando incluso a darse un efecto paradójico: parece que cada vez
aprendemos menos porque cada vez se nos exige aprender más cosas y más
complejas. En nuestra cultura del aprendizaje, la distancia entre lo que
deberíamos aprender y lo que finalmente conseguimos aprender es cada vez mayor.
3.1.LA SOCIEDAD DEL
APRENDIZAJE
La escuela como institución social alcanza un nuevo
desarrollo como consecuencia de la Revolución Industrial, la mecanización del
trabajo y la concentración urbana de la población durante el siglo XIX,
consolidándose en el presente siglo con la generalización de la escolaridad
obligatoria y gratuita en las sociedades industriales, lo que produce sin duda
cambios notables en los propias demandas de aprendizaje generadas por los
contextos educativos. En la escuela generalizada se enseña a leer y escribir no
ya como un medio para acceder a otros saberes, sino como un fin en sí mismo.
El período de formación se ha ido prolongando cada vez más. A
esa inmadurez prolongada propia de los primates superiores, las nuevas formas
culturales añaden períodos de formación cada vez más extensos e intensos.
Es cierto que el incremento cuantitativo del sistema
educativo hace que cada vez haya más alumnos que no aprenden, pero también debe
serlo que son también cada vez más los alumnos que aprenden, aunque a éstos se
les note menos en las clases.
Además de prolongarse la educación obligatoria, se está
extendiendo todo el ciclo formativo, alcanzando no sólo a las instituciones
educativas sino a toda la vida social y cultural. La necesidad de una formación
permanente y un reciclaje profesional alcanza a casi todos los ámbitos
laborales como nunca lo había hecho en otros tiempos, como consecuencia en
buena medida de un mercado laboral más cambiante, flexible e incluso
impredecible, junto a un acelerado ritmo de cambio tecnológico, que nos obliga
a estar aprendiendo siempre cosas nuevas, a lo cual somos, en general, bastante
remisos.
El aprendizaje continúa más allá de los ámbitos educativos,
no sólo a lo “largo” de nuestra vida, debido a la demanda de un aprendizaje
continuo en el ejercicio profesional, sino también a “lo ancho” de nuestros
días, ya que las actividades formativas alcanzan, podríamos decir que en
paralelo a las necesidades educativas y de formación profesional, a casi todos
los ámbitos de la vida social.
Nuestra interacción con la tecnología nos obliga a adquirir
continuamente nuevos conocimientos y habilidades. Por si no fuera bastante, esa
nueva institución social de las llamadas sociedades complejas, el ocio, es
también una industria floreciente para el aprendizaje. Posiblemente nunca en la
historia de la humanidad haya habido tantas personas dedicadas al mismo tiempo
a adquirir, por placer, conocimientos tan inútiles y extravagantes. Y es que
nunca ha habido tantas personas ociosas.
En un informe del Banco Mundial, se ha introducido como nuevo
criterio de riqueza el “capital humano”, medido en términos de educación y
formación. Incluso se cuantifica esa aportación al bienestar económico y
social: según ese informe el capital humano proporciona, en clave no sólo de
presente sino también de futuro, dos tercios de la prosperidad de una nación.
La necesidad de aprendizaje continuo tiende a saturar
nuestras capacidades de aprendizaje. Los aparatos cada vez tienen más teclas y
funciones y nosotros menos ganas y tiempo para aprender a usarlas. Y es que el
aprendizaje requiere siempre práctica y esfuerzo. La necesidad de un aprendizaje
continuo nos obliga a un ritmo acelerado, casi neurótico, en el que no hay
práctica suficiente, con lo que apenas consolidamos lo aprendido y lo olvidamos
con facilidad.
Otro rasgo de las sociedades del aprendizaje es la
multiplicación de los contextos de aprendizaje y sus metas. No es sólo que
tengamos que aprender muchas cosas, es que tenemos que aprender muchas cosas
diferentes. La diversidad de necesidades de aprendizaje es difícilmente
compatible con la idea simplificadora de que una única teoría o modelo de
aprendizaje puede dar cuenta de todas esas situaciones.
La sociedad del aprendizaje parece requerir más bien una
concepción múltiple, compleja e integradora, según la cual los seres humanos
dispondríamos de diversos sistemas de aprendizaje.
Dado que tenemos que aprender muchas cosas distintas, con
fines diferentes y en condiciones cambiantes, es necesario que sepamos adoptar
estrategias diferentes para cada una de ellas. Si las situaciones de
aprendizaje fueran siempre iguales bastarían ciertas rutinas para alcanzar el
éxito. Pero en nuestros tiempos, los aprendices y los maestros necesitamos
adquirir muchas herramientas diferentes para enfrentarnos a tareas bien
diversas. El aprendizaje no debería ser ya una actividad mecánica. De ser un
simple ejercicio rutinario ha pasado a constituir cada vez más un verdadero
problema, ante el que hay que tomar decisiones y elaborar estrategias. Las
estrategias de aprendizaje deben ser uno de los contenidos fundamentales de la
educación básica en las sociedades presentes y futuras. Para que sea más fácil
aprender cosas distintas hay que aprender a aprenderlas.
3.2.LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
En la
segunda mitad de este siglo, y muy especialmente en estas últimas décadas,
estamos asistiendo a una tercera revolución en los soportes de la información,
que está abriendo paso a una nueva cultura del aprendizaje. Las nuevas
tecnologías de almacenamiento, distribución y difusión de la información
permiten un acceso casi instantáneo a grandes bancos de datos, que contienen no
sólo información escrita sino también información audiovisual, más inmediata y
fácil de procesar.
En muchos
ámbitos el sistema de educación formal ha perdido la primacía en la transmisión
de información. Los niños han sido informados por los medios de comunicación
social de la aparición de un próximo cometa y del agujero en la capa de ozono.
Los
programas escolares siguen funcionando en gran medida como si la sociedad de la
información no existiera, los alumnos tienen pocas oportunidades de organizar y
dar sentido a esos saberes informales relacionándolos con el conocimiento
escolar, que por lo demás suele ser bastante menos atractivo.
Según
Pylyshyn, los seres humanos somos auténticos “informívoros”, necesitamos
información para sobrevivir, igual que necesitamos alimento, calor o contacto
social. En las ciencias de la comunicación se considera que información es todo
aquello que reduce la incertidumbre de un sistema. En ese sentido, todos
nosotros nos alimentamos de información que nos permite no sólo predecir sino
también controlar los acontecimientos de nuestro entorno. Predicción y control
son dos de las funciones fundamentales del aprendizaje, incluso en los
organismos más simples. Pero en la vida social, la información es aún más
esencial porque los fenómenos que nos rodean son complejos y cambiantes, y por
tanto, aún más inciertos que los que afectan a otros seres vivos.
El
aprendizaje repetitivo es ineficaz e insuficiente. Además, el exceso de
información produce un cierto aturdimiento en el aprendiz. Los medios de
comunicación social suministran también mucho “ruido”, supuesta información que en realidad no reduce ninguna
incertidumbre, ya que no incrementa nuestra capacidad predictiva ni nuestro
control sobre los acontecimientos, unas veces porque se refiere a hechos muy
remotos sobre los que no tenemos ningún interés ni capacidad de control; otras,
las más, porque la presentación fragmentada, poco coherente, o incluso
contradictoria, de distintas informaciones, en vez de reducir nuestra
incertidumbre, la incrementa. En nuestra cultura, la información fluye de modo
mucho más dinámico pero también menos organizado.
Para ello
se necesitan no sólo estrategias para buscar, seleccionar y reelaborar la
información mencionada antes, sino también conocimientos con los que relacionar
y dar significado a esa información. La fragmentación de la información está
muy unida a la descentración del conocimiento, que constituye uno de los rasgos
más definitorios de la cultura del aprendizaje actual.
3.3.LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO (DESCENTRADO)
Frente a un
saber absoluto, controlado rigurosamente por una autoridad central, las
modernas sociedades industriales no reducen sus mecanismos de control, sino que
los multiplican. Pero esa multiplicación de controles implica también una
diversificación de los mismos, de forma que esa nueva autoridad distribuida es
más incierta y vulnerable.
Desde esta
perspectiva realista, el aprendizaje debía dirigirse a adquirir ese saber
objetivo, imperecedero, fiel reflejo de la realidad que representa. Pero la
realidad en busca de un saber absoluto, ha resultado ser, en la cultura
contemporánea, una quimera, una inversión ingenua en la que necesitábamos
creer, o si se prefiere, una construcción intelectual.
La pérdida
de la certidumbre, la descentralización del conocimiento, alcanza a casi todos
los órdenes de nuestra cultura. Los rasgos de esta nueva cultura del
aprendizaje hacen que las formas tradicionales del aprendizaje repetitivo sean
aún más limitadas que nunca. La cultura del aprendizaje dirigida a reproducir
saberes previamente establecidos debe dar paso a una cultura de la comprensión,
del análisis crítico, de la reflexión sobre lo que hacemos y creemos y no sólo
del consumo, mediado y acelerado por la tecnología, de creencias y modos de
hacer fabricados fuera de nosotros. Se requiere un esfuerzo para dar sentido o
integrar algunos de esos saberes parciales que inevitablemente nos conforman,
de forma que, al repensarlo, podamos reconstruirlos, darles una nueva forma o
estructura. Una forma de estimular esa nueva forma de pensar el aprendizaje es
partir del “constructivismo” como perspectiva filosófica y psicológica sobre el
conocimiento y sus formas de adquisición, entendiéndolo, dentro de su vaguedad
y a veces dispersión conceptual, como una alternativa cultural a las formas
tradicionales del aprendizaje. Tanto en el ámbito educativo como de las teorías
del aprendizaje o incluso entre los teóricos del conocimiento se defiende en la
actualidad la concepción constructivista como la forma más compleja de entender
el aprendizaje y la instrucción y la mejor forma de promoverlo.
COMENTARIO PERSONAL
Una vez
expuesta la información que he considerado relevante de este tema, y después de
la descripción a nivel histórico que aporta el autor, mi conclusión es que en
las distintas etapas de la historia el sistema educativo ha adoptado un papel
determinado y se ha caracterizado de un modo particular en consonancia con el
desarrollo a nivel social del momento. Sin embargo, actualmente contamos con
unas características a nivel social distintas y el sistema educativo no se ha
adaptado a ellas, por lo que este resulta obsoleto. Principalmente se sigue
apostando por modelos educativos en los que la memorización es imprescindible,
relegando a un segundo plano la reflexión. Pero como se ha expuesto con
anterioridad, contamos actualmente con tal cantidad de estímulos constantemente
que nuestra capacidad atencional y memorística se encuentran limitadas. El
problema ya no se sitúa en que existe poco conocimiento el cual hay que
memorizar para transmitirlo a generaciones posteriores; sino que hay demasiada
información y no siempre esta es válida. Por lo que apostar por modelos
educativos en los que la reflexión conduzcan a la selección de la información,
parece ser una buena alternativa.
Afortunadamente,
esta alternativa tiene nombre “comunidades de aprendizaje”. Las Comunidades de
Aprendizaje ponen en práctica estrategias de aprendizaje exitosas. Un ejemplo
de ellas son los “grupos interactivos” o las “tertulias literarias dialógicas”.
Para
hacernos una idea y relacionándolo con el tema, resalto información textual del
artículo del 2003 escrito por Ramón Flecha y demás autores:
-“El
aprendizaje ya no depende tanto de lo que ocurre en el aula como de las
interacciones que se establecen en todos los contextos en que las personas
intervienen: colegio, domicilios, barrio, club deportivo, medios de
comunicación, etc. Tener un sentido crítico o ser capaz de reflexionar y
adoptar unos criterios claros para argumentar y actuar son hoy herramientas más
importantes que la capacidad de almacenar muchos datos. Por ello, el sistema
escolar no debe continuar con el mismo tipo de escuela, formas de organización
y métodos de enseñanza que en la sociedad industrial.”
-“No
se trata de evitar que los niños y niñas suspendan ni que no abandonen la
escuela para disminuir así los índices de fracaso escolar, sino de desarrollar
al máximo las capacidades de todos y todas. No pretendemos compensar los
déficits, sino acelerar el aprendizaje para proporcionar a toda la comunidad
educativa los aprendizajes instrumentales que se requieren en la sociedad de la
información. Partimos de un currículum de máximos que se construye sobre la
confianza en las capacidades de todo el alumnado y sobre la certeza de que
todas las personas poseemos inteligencia
cultural (CREA 1995-1998). Este concepto supera la noción tradicional de
inteligencia, muy vinculado a los instrumentos de medida de las habilidades
académicas (tests de inteligencia), ya que contempla tanto esta dimensión
académica como también las habilidades prácticas y las cooperativas.”
Me ha llamado la atención cuando se dice en el texto que:
“Los aparatos cada vez tienen más teclas y
funciones y nosotros menos ganas y tiempo para aprender a usarlas. Y es que el
aprendizaje requiere siempre práctica y esfuerzo. La necesidad de un
aprendizaje continuo nos obliga a un ritmo acelerado, casi neurótico, en el que
no hay práctica suficiente, con lo que apenas consolidamos lo aprendido y lo
olvidamos con facilidad.”
Ya que a nivel personal me identifico con tal afirmación. La
tecnología avanza a una velocidad vertiginosa, un ejemplo de ello son los
teléfonos móviles. Cada vez cuentan con características más específicas, pero
muchas veces, seguimos usando lo más básico de ellos.
Y con respecto al aprendizaje, actualmente cuento con tal
cantidad de actividades las cuales me exigen un tiempo determinado para
adquirir determinados conocimientos. Tiempo que no empleo para ello, por lo que
no termino de sacarle partido a aquellos nuevos conocimientos y saberes.
Otra cosa que también me ha llamado la atención ha sido
cuando se dice que “constantemente estamos aprendiendo”. Creo que lo he
normalizado y por eso no era consciente de ello. Y sobre todo cuando era más
pequeña, en aquel momento asociaba el prender con la escuela e instituto.
BIBLIOGRAFÍA:
1)
2) Flecha, R.; Padrós, M. &
Puigdellívol, I. 2003, Comunidades de Aprendizaje: Transformar la organización
escolar al servicio de la comunidad, Revista
del Fórum Europeo de Administradores de la Educación, Organización y Gestión
Educativa, núm. 5, septiembre-octubre 2003, pp. 4-8. Bilbao: Fórum Europeo
de Administradores de la Educación y CISSPRAXIS, S.A.
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